Narcocultura?


Religión y crimen: armas del narco




23/06/2009 - 03:00 AM

México, DF.- Bajo su propia interpretación de la fe y la religión, los narcotraficantes buscan ser salvados de la muerte y la violencia que ellos mismos han desatado, “lavar” sus culpas y autojustificar su actividad criminal, pero también con ello lograr una identidad y pertenencia al clan en el que están integrados, así como reclutar más asesinos que pueden llegar a actuar bajo el fundamentalismo religioso.

Quien lo dice es el nuevo comisionado de la Policía Federal, Facundo Rosas Rosas, uno de los hombres que conoce las entrañas del enemigo al que enfrenta desde hace años. El estudio de todas las facetas en las que han incursionado los cárteles de las drogas en México le permite hablar sobre el riesgo de lo que él llama “mezcla explosiva” de sumar el factor religioso a la actividad criminal, como ya se empieza percibir en diversas organizaciones delictivas mexicanas.

Éste es ya un punto de peligro dentro del análisis del crimen organizado que hacen las autoridades. Como ejemplo cita a La Familia Michoacana que designa a sus asesinatos o ejecuciones, como acciones de “limpieza social” y que quien mata no es el ser humano sino que es la “justicia divina”. El radio de influencia de este grupo, explica, se extiende desde Michoacán hacia el Estado de México, Guerrero, Jalisco, Guanajuato, San Luis Potosí, donde hay una larga historia y tradición religiosa que tiene como antecedentes el movimiento Cristero y hasta la Inquisición en México.



Y añade: los líderes de esta organización son hábiles, saben lo que están haciendo y lo aplican en su beneficio. La Familia Michoacana, revela, reclutó desde centros de rehabilitación y adoctrinamiento pseudoreligiosos a cerca de 4 mil adeptos en su primera etapa y en una segunda pues seguramente estaba arriba de ese número, básicamente con la acción de Rafael Cedeño Martínez, “El Cede”, detenido hace poco, quien era el que articulaba el esfuerzo que en términos ideológicos y de liderazgo hace Nazario Moreno, “El Chayo”, señala.

En entrevista con El Universal, realizada en vísperas de su designación presidencial como comisionado de la Policía Federal —aún como subsecretario de Seguridad Pública federal— Rosas advierte sobre este fenómeno que si bien aún no se desborda, es necesario que haya una labor de prevención desde las aulas de las escuelas para contrarrestarlo e impedir que se extienda y permita que los grupos criminales amplíen su capacidad de acción.

En su amplia carrera relacionada con la seguridad pública y nacional Facundo Rosas ha visto como el narcotráfico evolucionó y se adaptó a las nuevas tecnologías de punta, se sumó a nuevas formas de hacer negocios y los capos de los cárteles de la droga dejaron lo empírico en el ejercicio de su liderazgo, pero también como subsiste y se reproduce dentro de esas organizaciones criminales una subcultura basada en aspectos religiosos y el empleo de imágenes a las que se dota de poder sobrenatural, indica.
NUEVO PERFIL
En la actualidad, agrega, la evolución dentro del narcotráfico delineó un nuevo perfil de sus capos, quienes son gente que estudió, que se preparó en temas que tienen que ver con administración, con las finanzas, con la economía del crimen, el manejo de los recursos y por eso ahora aparecen como empresarios, pero que también a través de sus ejércitos de sicarios mantienen el terror, el miedo, para poder ampliar y mantener los dominios de la organización a la que pertenecen y obtener mayores espacios de impunidad y ventajas en su acción.

Precisamente en ese punto de unión, en esa simbiosis dentro de la estructura de las organizaciones se produce una subcultura que incorpora imágenes y elementos de carácter religioso, cuyo propósito —indica el jefe policiaco— es el de buscar desde la perspectiva del delincuente quien interceda por ellos ante Dios y de esta forma por lo menos expirar sus culpas. También buscan qué les puede servir como protección en términos divinos o sobrenaturales, igual justificar o “lavar” religiosamente sus ganancias con limosnas o diezmos, ampliar su influencia y ser un factor de identidad o reclutamiento, o bien mantener o lograr arraigar al clan.

Este último punto es de vital importancia, de acuerdo con el comisionado de la Policía Federal, ya que no sólo mantiene arraigado al grupo, a la colonia, al clan mismo, pues además también brinda la posibilidad de que gente que no forma parte de estos grupos pueda ser reclutada, se le pueda incorporar a la estructura o a la actividad delictiva sólo por el hecho de comportarse de la misma manera o tener las mismas creencias e imágenes, los mismos santos.



IDENTIDAD

“Es un aspecto de identidad. Si alguien se viste como yo, si alguien cree en lo que yo creo, pues puede ser parte de lo que yo soy, de eso se trata”, explica.

Todas estas circunstancias, dice, se han detectado básicamente en el narcotráfico, pero también ya en las bandas dedicadas al secuestro. También, añade, lo hemos encontrado en delincuentes menores que no se involucran con el narcotráfico, secuestro, extorsión o traficantes de indocumentados o de de niños, sino que son delincuentes de menor alcance que en parte tratan de imitar a sus pares de altos vuelos, pero ahí también se está generando una situación de esta índole y que resulta de preocupación por sus implicaciones con el fanatismo.

Quien también fuera subsecretario de Estrategia e Inteligencia Policial expone que hay grupos criminales que tienen hasta su propia Biblia como La Familia Michoacana, pero que en el fondo lo único que pretenden con ello es establecer y ampliar su influencia valiéndose de aspectos de la religión tanto católica como protestante. “Los líderes de ese grupo explotan el fervor religioso y así los van guiando y consiguen una hegemonía dentro de su organización.
BODAS Y SEPELIOS: CAPTURA DE CAPOS
El día de Santa Agripina, la virgen venerada en la población italiana de Sicilia, fue el escogido por Luis Reyes Enríquez, “El Rex”, para casarse con Josefina, su prometida. La boda religiosa se había retrasado, especialmente por las actividades del novio como sicario.

Aquel 23 de junio “El Rex” creyó que nada podía fallar. Se casaba por la iglesia y estaría toda su familia. Desde dos semanas antes todo fue preparativos. El banquete, la música y el alquiler de los cuartos del hotel “Las Fuentes” en Atotonilco para que nadie de sus familiares tuviera que regresar a sus poblaciones de noche y abandonar a medias el festejo. Nada, todo sería en grande, como siempre lo había imaginado.

A sus padres, hermanos, tíos, primos y a la familia de su novia, les hizo llegar invitaciones. Todo correría por su cuenta. El día esperado por los novios para consumar su unión religiosa llegó en medio de promesas de una gran fiesta. La iglesia de Atotonilco, llena de flores, vio llegar flamante al novio. Iba a bordo de una camioneta de lujo con su prometida. La cita fue en punto de las 17:00 horas.

Se ofició la misa, la boda se efectuó y la lluvia cesó. Hubo lágrimas, se lanzó arroz a los novios, después vinieron los abrazos, felicitaciones y fotografías. Era ya hora de festejar. En el salón “San Agustín” esperaban la música, la barbacoa, arroz, frijoles, las cervezas, el licor y sendos pasteles. Todo transcurrió conforme a lo previsto hasta la madrugada.

Los novios y sus familias se retiraron al hotel alquilado por un importante capo. Apenas unas horas después, en plena noche de bodas, camiones con cientos de soldados se apostaron frente a ese sitio. Con rapidez se desplegaron y coparon salidas y pasillos.

Luego en grupos fueron cuarto por cuarto hasta llegar al de los novios. Ahí, en bola fue detenido el novio sicario con 24 familiares más. Todo acabó.PRESENCIA DE NARCOS EN VELORIOS
No hay sitio que no pueda ser profanado por los sicarios. Eso lo saben quienes asistieron el pasado Día de San Valetín a un acto fúnebre en la colonia Santa Rosa, en Gómez Palacio, Durango. Entre los sollozos de los dolientes y las aves marías del Rosario, la noche de ese sábado aparecieron de la nada siete camionetas con hombres armados que dispararon desde la calle hacia el interior de la vivienda donde se encontraba reunida la gente.

Sin piedad, los sicarios dispararon y todavía tuvieron tiempo para lanzar una granada. Más de 200 cartuchos de armas de todo tipo fueron encontrados en el lugar, donde quedaron tendidos los cuerpos de nueve personas, cinco de ellas muertas y otras cuatro resultaron heridas.
‘QUIEN NO CONOCE A DIOS ANTE CUALQUIER PALO SE HINCA’
Entre el fervor religioso y la violencia extrema, los narcotraficantes mexicanos se mueven con igual facilidad. Su religiosidad es su soporte para interactuar socialmente, igual que sus armas su respaldo para sobrevivir con impunidad e imponerse en su mundo delincuencial. Sus prácticas religiosas, como sus actos criminales, han quedado registrados en expedientes de la Procuraduría General de la República, además de ser temas de debate y análisis entre especialistas en seguridad, sociólogos, religiosos, investigadores de las religiones y de la cultura.

El desdoblamiento de los narcos entre lo terrenal y lo espiritual tiene diversas facetas y explicaciones para autoridades, expertos y religiosos. Va desde prácticas culturales y sociales, necesidad de cohesión y unidad dentro del grupo criminal, hasta la autojustificación moral y ética, pero igual es tema de investigación dentro de la seguridad para lograr no sólo entender su proceder, sino también para lograr su captura y el desmembramiento de las organizaciones a las que pertenecen.

Parte también del folclor del narcotráfico, las prácticas religiosas de los capos de las drogas y sus sicarios, con todos sus simbolismos, están presentes en obras literarias, académicas, de seguridad pública y también en las acciones policiales donde capos del narcotráfico han sido detenidos o asesinados, ya sea en bautizos, fiestas de 15 años, bodas y hasta sepelios.
VERTIENTES RELIGIOSAS
De hecho, hay varias vertientes religiosas dentro del narcotráfico plenamente identificadas, asegura Martín Barrón, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe) y especialista en temas de seguridad pública y crimen organizado. Explica que entre estas líneas están las que tienen que ver con el fervor católico, el culto al llamado “Santo Malverde”, las de la Santa Muerte y los santeros, además de aquellos que se creen escogidos como parte de una encomienda divina.

“Algunos pensarían que por el ambiente de violencia en que se mueve la gente vinculada al tráfico de drogas no cabría un mundo de religiosidad, pero hay todo un mundo de creencias no sólo para lavar sus conciencias, sino incluso ya hasta para justificar como una acción divina sus actividades ilícitas”.

La vertiente mayoritaria sin duda, agrega, es la vinculada a la religión católica y ello lo podemos ver en las criptas de quienes mueren por esta actividad, los afiches que portan y sus actividades sociales en bautizos, bodas, sepelios.

No olvidemos que hasta algunos de los jefes de esta actividad criminal, en específico los Arellano Félix, pudieron reunirse en algún momento con el nuncio Gerónimo Prigione, tras el asesinato del cárdenas Juan Jesús Posadas Ocampo, las capturas de algunos capos en eventos religiosos como bodas, 15 años o bautizos, los escándalos por las llamadas narcolimosnas, entre otros.

La creencia religiosa es muy evidente, comenta y añade que incluso en algunos casos se han valido de todo este mundo religioso para obtener reconocimiento dentro de una comunidad, como por ejemplo donando dinero para mejoras de templos o apoyos para festividades, lo que los convierte ante los ojos de los demás como “buenos creyentes”.
BUSCAN COHESIÓN Y UNIDAD
El investigador y especialista en seguridad nacional, José Luis Piñeyro, comenta que cualquier organización sea del tipo que sea debe mantener cierto grado de cohesión, unidad que se logra a través de ciertos principios o simbolismos que van desde los políticos, religiosos, éticos u otros que son fundamentales para el mantenimiento y reproducción del grupo, como sucede también en el caso del narcotráfico o el crimen organizado.

La cohesión del grupo bajo principios no sólo permite la unidad, sino también asegura la lealtad, la permanencia de los miembros, la legitimidad de las jerarquías y la fuerza ante cualquier rival o enemigo, como puede ser en el caso de los cárteles de la droga frente al Estado o los cuerpos de seguridad institucional, así como también frente a otros grupos rivales de narcotraficantes.

“No es contradictorio en términos de las necesidades que tiene la organización en su operación y sentido interno, hay una lógica si lo vemos desde este ángulo de supervivencia y mantenimiento del grupo”, comentó.
UNA RELIGIÓN A SU MEDIDA
Para la investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Sociales y Antropológicos (CIESAS), Elena Azaola, la necesidad de creer en fuerzas superiores que los protejan, los justifiquen ante ellos mismos, los hagan aceptables en su entorno inmediato, entre otros tópicos, hacen que no sólo los narcotraficantes, sino una gran cantidad de delincuentes acudan, profesen, rindan culto o se inventen las más diversas y disímbolas religiones o santos.

Tratar de comprender el mundo en que se mueven a nivel de pensamiento, debería ser una línea muy sería para crear inteligencia para detener a delincuentes y desmembrar sus organizaciones, indica Elena Azaola.

Penetrar en ese mundo de los criminales, lo mismo que a sus vínculos terrenales, deben ser parte de un mismo trabajo de investigación policial, subraya la especialista.

El punto de vista del obispo de Saltillo, Raúl Vera, sobre la relación entre quien pertenece a un sistema criminal y busca de alguna manera una fuga religiosa, parte de una consideración de Chesterson: “quien no conoce a Dios ante cualquier palo se hinca”. Y de ahí pasó a las Sagradas Escrituras que establecen que el verdadero conocimiento de Dios está en el amor al hermano, al prójimo. “El que dice conocer a Dios y está odiando a su hermano, es un mentiroso”.

Desde el punto de vista teológico, dijo, siempre hay una relación entre Dios y la imagen de Dios en el hombre y para entenderlo hay que tener una concepción muy clara de Dios, personalmente creo que un camino para conocerlo nos lo ofrece el mismo ser humano. “Conocer a Dios va muy de la mano de nuestra conducta y comportamiento humano, porque según la idea que tengas de Dios va a ser el tipo de sociedad a la que tu contribuyas”, estableció.

Entonces el cómo entiendo yo ese fenómeno de la religiosidad entre quienes viven bajo un sistema criminal, pues como que quieren una religión a su medida. “Puede ser el culto a la Santa Muerte, los cultos satánicos o cualquier otro que se quieran inventar”, comenta el obispo Vera.
PLURALIDAD RELIGIOSA
Para el antropólogo Elio Masferrer Kan el asunto de la religiosidad en el narcotráfico es más sencillo de lo que la gente quiere asumir. Los narcotraficantes como miembros de la sociedad participan de la pluralidad religiosa que hay en la sociedad. “Y son creyentes, a veces más creyentes o más practicantes que los miembros de otros segmentos de la propia sociedad”, expresa.

El también presidente de la Asociación Latinoamericana para el Estudio de las Religiones dice que lo anterior es así porque la actividad de los narcotraficantes tiene un alto riesgo y entonces en definitiva tienen que controlar o manejar niveles altos de incertidumbre, y cómo lo hacen, con actividades de tipo religioso. Desde esa perspectiva no tiene por qué sorprendernos que haya quienes sean devotos del catolicismo, que otros adoren a Jesús Malverde, a la Santa Muerte o practiquen el santerismo.

Ahora bien, agrega, “el culto a la Santa Muerte y a Malverde está perfectamente documentado que aparecieron desde mucho antes de que se diera el fenómeno del narcotráfico. Es necesario destacarlo porque a veces parece que los narcos inventaron esos cultos y no es así.

A esas imágenes se les ha relacionado directamente con los capos, los sicarios y otros, pero no se puede encasillar ni descalificar a un culto así porque sí. La libertad de culto permite a la gente adorar o venerar a quien quiera, todo está bien hasta ahí. El peligro viene en hacer generalizaciones de las religiones.

“No se puede decir que todos los devotos de la religión católica sean alcohólicos, que todos los cristianos sean unos cínicos, que todos los judíos son agiotistas, que todos los musulmanes son terroristas y por eso no se puede estereotipar a un culto por lo que puedan hacer algunos miembros de cada religión”, finaliza Masferrer.
SATANIZAN CULTOS RELIGIOSOS
La mayor parte de narcotraficantes no son en su totalidad devotos de la Santa Muerte, dice David Romo, quien encabeza este culto en México. “En su mayoría —aclara— son devotos de San Judas Tadeo, ese es uno los diagnósticos que podemos hacer con certeza. Y si bien hay quienes erigen en sus casas altares a la Santa Muerte, hay que tomar en cuenta que la devoción está aún en un estado primitivo, hay muchas corrientes y expresiones y resulta que a veces a la Santa Muerte se llega por encomienda, un chamán o del esoterismo que la recomiendan como protección, pero no quiere decir que sean devotos”, señaló.

Nuestros devotos son gente común, que se dedica a todo tipo de actividad en México, que llevan una vida regular, que trabajan y se esfuerzan para vivir dentro de los cauces y medios legales, afirmó. Sobre la vinculación que se ha señalado entre esta religión y actividades criminales, explicó que ello es parte de “una campaña negativa hacia la veneración de la Santa Muerte que viene de la Iglesia romana, que los medios se han encargado en enfatizar, cuando en realidad no tiene nada que ver una cosa con la otra”. Nosotros, asumió, tenemos un control sobre nuestros fieles y sabemos a qué se dedica cada uno de ellos. “Se nos ha satanizado, se nos trata de marginar, discriminar y no lo han conseguido porque en nuestros santuarios, altares y templos no permitimos situaciones que nos vinculen con actividades delictivas, por el contrario luchamos porque los jóvenes no entren al mundo de las drogas”, dijo el dirigente de la Santa Muerte.

Tampoco, agregó, nos pueden encasillar como un culto entre quienes están en prisión. En las cárceles hay en su mayoría católicos, cristianos, protestantes y sí hay devotos de la Santa Muerte, pero no es el culto que esté extendido entre ellos.

VENERACIÓN

Al nuevo comisionado de la Policía Federal, Facundo Rosas Rosas, nada se le va de la memoria y recuerda el caso de 1989 en Matamoros, Tamaulipas, con los “Narcosatánicos”, que practicaban la santería, palo mayombe o mayombé. “En el rancho Santa Elena encontraron 12 cuerpos de hombres y mujeres ejecutadas, sin el cerebro y sin el corazón. Con esos ritos buscaban protección en la tierra y fuera de lo terrenal. Esperaban ser invulnerables a las balas y ser protegidos en su viaje al más allá. Eso es más o menos lo que hoy en día esperan los que adoran a la Santa Muerte, los que adoran a Jesús Malverde, a San Judas Tadeo, pero básicamente a la “Santa Muerte”, indica el experto.




Una fascinación por la Narcocultura?


Una película sobre el Narcotráfio en México

El Narco- Museo
El cuerpo disecado de Zuyaqui, el perro que más droga ha detectado en México, monta guardia sobre las pistolas de oro y brillantes con logotipo de Versace de los señores del narcotráfico en el Museo militar del Enervante.
Cerca de dos decenas de armas doradas, algunas con más de cien pequeños diamantes en la culata y otras con el nombre del sicario -como 'El Matadore' o 'El Embajador'- grabado en el cañón, duermen en sus vitrinas, situadas en el corazón de la sede de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), en la capital mexicana.
Armas según el rango del sicario 
No todos los sicarios pueden acceder a un arma así, no sólo porque cuestan entre 20.000 y 30.000 dólares (el precio de dos kilos de cocaína, aproximadamente), sino porque depende del rango y el respeto que se hayan ganado, explica el guía del recinto.
"Con frecuencia encontramos en las armas de fuego, grabados de animales salvajes y joyería ostentosa como oro, brillantes, rubíes, esmeraldas, marfil, motivos alusivos a personajes históricos y decorados artísticos", dice.
Está claro que "el narcotraficante busca volcar en el arma su personalidad o parte de su manera de pensar, y la ostentación" argumenta el guía.
Profusión de oro
El lujo de la narcocultura lo exhiben toda clase de objetos incautados a capos y lugartenientes detenidos, como el teléfono móvil de oro de Daniel Pérez Rojas, 'El Cachetes', del grupo de sicarios Los Zetas, el brazo armado del cártel del Golfo.
La seña de identidad de sus miembros, un colgante de oro en forma de moneda con una Z grabada en el centro, también está allí.
A su lado reposan las gafas} de sol Christian Dior con patillas doradas de Benjamín Arellano Félix, 'El Tigrillo', quien fuera líder del letal cártel de Tijuana, ahora preso en EEUU.
Colgado en la pared está el blanco sombrero norteño de 'El J.T.', Javier Torres Félix, operador del cártel de Sinaloa, muy cercano a su cúpula.
Excentricidades de todo tipo
Por haber hay hasta una fachada de la casa de un narcotraficante sinaloense, farol incluido, y en cuya puerta de fina madera el labrado de un pistolero norteño advierte, rifle apuntado al visitante, entre plantas de marihuana, que no es morada cualquiera.
Enfrente, un busto de Jesús Malverde, venerado como el patrón de los narcos, y una figura de la Santa Muerte, un culto muy popular entre los sicarios, según el Ejército.
El museo guarda también armamento con menos florituras que las pistolas de oro pero bastante más mortífero, como el AK-47, rifle de asalto por excelencia del crimen organizado, al que se apoda 'cuerno de chivo' por su cargador curvado.
También hay una Barrett, una ametralladora anti blindaje, y un R-15, el otro rifle de asalto predilecto del sicariato.
Objetivo didáctico
El museo, que no está abierto al público, tiene un fin didáctico, para los propios militares y para la formación de profesionales como abogados y criminólogos.
En sus salas se detallan todas las acciones del Ejército en la lucha contra las drogas y continuamente llegan objetos y fotografías de detenciones y decomisos.
Una de las adquisiciones más recientes es una cuba para procesar drogas sintéticas hallada en el mayor narcolaboratorio desmantelado en el país: situado en la zona montañosa de Las Trancas, en Durango, parte del 'triángulo dorado de las drogas' de México, era casi un pequeño pueblo donde el cártel de Sinaloa fabricaba hasta 100 kilos de 'cristal' al día.
Allí se localizó una cabaña con todo tipo de lujos -y un catálogo de modelos- que se presume fue hogar para Joaquín "El Chapo" Guzmán, líder del cártel y uno de los narcotraficantes más buscados.

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